¿A dónde volvemos con la vuelta al cole?

¿A dónde volvemos con la vuelta al cole?

En las próximas semanas se prevé el inicio escolar en la totalidad de territorios españoles. Los gobiernos de las diferentes Comunidades Autónomas llevan parte del verano organizando la apertura de las escuelas con diferentes enfoques y distintas alternativas para enfrentar lo que será la “vuelta al cole” en tiempos de coronavirus. En este contexto, existen diferentes voces valorando la pertinencia de iniciar lo que será el curso escolar 2020-2021. Algunas defensoras, otras refractoras y otras, un tanto perdidas, que amenazan incluso con no enviar a sus hijos e hijas a la escuela, es decir, cometer un delito prescrito en el Código Penal. Con una situación epidemiológica cambiante y desigual, que se agrava por momentos y territorios, muchas son las preguntas que están en el aire ¿Son los centros educativos espacios seguros? ¿Está el profesorado preparado para este inicio de curso? ¿Podrán las familias dejar a los niños y las niñas en la puerta del colegio sin dudas ni miedos? Y el alumnado… ¿Estará preparado para esta nueva concepción de escuela? Sin tener la respuesta a todas estas preguntas, sí que podemos analizar algunas cifras que nos muestren una radiografía del sistema educativo español y del contexto socioeconómico y cultural de las familias.

En el curso 2019-2020, había en España 28.534 centros educativos (19.143 son públicos y 9.391 privados). La cifra del alumnado matriculado durante el curso ascendió a 8.276.528 escolares y 724.803 docentes (Datos extraídos del último Informe ADVANCE 2020 sobre enseñanzas de Régimen General no universitarias del Ministerio de Educación). Estamos hablando de millones de familias, millones de niñas y niños en edad escolar que necesitan continuar su desarrollo evolutivo y cognitivo a pesar de la crisis sanitaria porque lo que sería una verdadera crisis es mutilar los procesos de aprendizaje del alumnado en edades tan delicadas. Si reflexionamos sobre las diferentes necesidades y tipologías de alumnado observamos que las niñas y niños con necesidades educativas especiales se sitúan en 707.405, lo que representa el 8,8% del total de alumnado. Una gran parte responde a medidas de compensación para paliar problemáticas derivadas de situaciones de desventaja socioeducativa o abordar el desconocimiento grave de la lengua de enseñanza (la proporción de alumnado extranjero alcanzó el pasado curso un 9,9% del total de matrículas). La composición socioeconómica de las familias españolas es también desigual. El Informe “Familias en Riesgo” publicado por Save the Children en febrero de 2020 muestra los diferentes perfiles de los hogares españoles y las cifras no son muy alentadoras: Existen 56.019 hogares con madres solas en situación de pobreza,  688.058 hogares en la categoría de abuelos, padres y nietos en pobreza y 21.578 hogares compuestos por trabajadores/as pobres en grandes ciudades, entre otros. Nos guste o no, esta es la fotografía de nuestra sociedad y esta es la realidad de nuestro sistema educativo. La crisis económica y social provocada por la pandemia ha agravado las desigualdades educativas ya existentes en España, por lo que el regreso a las aulas no va a ser igual para todos los niños y niñas. Así que es nuestra responsabilidad pensar no solamente en la necesidad de no frenar el aprendizaje de nuestro alumnado sino, también, en no cercenar la función igualadora y de regulación social de la escuela. Y no podemos obviar la necesidad de continuar desarrollando modelos y programas de Educación para la Transformación Social y Educación en Valores en las escuelas. Las niñas y los niños necesitan socializarse para desarrollar empatía, para aprender a relacionarse desde un enfoque de convivencia positiva y para generar capacidad de pensamiento crítico. Y eso no se consigue sino relacionándose entre iguales y reforzando los procesos dialógicos de enseñanza-aprendizaje. Por ello podemos y debemos darle la vuelta a esta radiografía educativa. Sabemos que este año la vuelta a las aulas va a ser muy complicada, pero sabemos también que debemos pensar en términos de oportunidad. Es el momento de invertir y priorizar la educación para reducir los elevados niveles de repetición, segregación, inequidad y abandono escolar, especialmente para el alumnado con pocos recursos. Debemos reivindicar una apuesta clara por la educación y exigir una inversión educativa que garantice aulas y espacios seguros, sin brecha digital, con profesorado formado y suficiente y con posibilidades de atender las necesidades de todo el alumnado y sus familias. Y debemos volver al cole porque, aunque esta vuelta sea un escenario difícil que pudiera conllevar ciertos riesgos sanitarios, el mayor de los riesgos sería negarles a millones de niños y niñas un derecho que les hará libres: la educación.

Desde Asamblea de Cooperación por la Paz seguiremos desarrollando nuestra labor educativa en más de 250 escuelas públicas en todo el territorio español. Hemos dedicado parte del verano a reforzar nuestro programa ESR, Escuelas para la Paz y el Desarrollo, generando recursos pedagógicos y proyectos educativos que puedan responder a las particularidades de este curso escolar. No sabemos si, en la llamada nueva normalidad, volver a clase será normal… pero sí podemos afirmar que será necesario. ●



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