Beatriz, la fuerza del derecho a decidir en Centroamérica

Beatriz, la fuerza del derecho a decidir en Centroamérica

Beatriz es el nombre que se eligió para cuidar y proteger la identidad de una mujer que nunca sintió que su país y su Estado la cuidaran. Sin apellidos ni títulos, como tantas otras mujeres en El Salvador acusadas, estigmatizadas y encarceladas por abortos espontáneos y violencias obstétricas. Como su propia madre, que los días 22 y 23 de marzo se vestía con un pañuelo morado con el dibujo de su hija fallecida en la Corte Interamericana de Derechos Humanos para transformar desde el podio de declarante la narrativa de toda una región. Buscando desestigmatizar la interrupción voluntaria del embarazo. Con una única intención: cuidar del relato de su hija, impedir que vuelvan a aparecer en las noticias más nombres de mujeres sin apellidos. 

La historia de Beatriz es la historia de miles de mujeres. Su vida pasó a moverse en un tablero de significaciones y discursos que limitaron las decisiones sobre su propio cuerpo. Beatriz se enfrentó a la narrativa de todo un país, pero no lo hizo sola. Ahora, organizaciones y medios de comunicación feministas seguimos escribiendo su historia y estirando su relato.

La imagen de Beatriz ha sido contada y deformada por múltiples grupos en los últimos diez años. Desde que esta mujer, con una enfermedad de lupus crónica, iniciaba su segundo embarazo. Un proceso que, de acuerdo a los informes médicos, de ser concluido no solo daría a luz a un bebé anencefálico que moriría a las pocas horas de nacer, sino que tenía el riesgo de llevarse la vida de Beatriz en el camino. Una realidad que, de acuerdo al relato que establecen los protocolos vigentes en El Salvador, merecía llevar su cuerpo hasta el límite de la vida con tal de corroborar el estado potencial de este producto en gestación, que llegó incluso a ser tildado de “persona discapacitada” por muchas de las estrategias mediáticas antiderechos, tal y como denominan en Latinoamérica a las organizaciones antiabortistas. El escenario de la audiencia estaba poblado de pañuelos verdes y morados con ilustraciones llenas de vida que han venido recorriendo el país resignificando la historia de Beatriz. Reclaman justicia para Beatriz. Rezan (si se permite la ironía del término): “su fuerza es el derecho a decidir”.

Las consecuencias de la penalización absoluta del aborto que ilustran países como El Salvador abarcan muchas esferas. En este país, en el que las mujeres son asumidas culpables “desde que hay un policía de por medio”, tal y como afirma Mariana Moisa, integrante de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, hay muchas mujeres sufriendo penas de cárcel por haber padecido una emergencia obstétrica. Un imaginario en el que parece resultar más fácil de creer que una mujer esperaría al término de su embarazo para acabar con una vida que el hecho de que los servicios del Estado son tan precarios que, de manera generalizada, no llegan a tiempo para atender un parto. Donde, actualmente, los servicios públicos no ofrecen productos anticonceptivos, ni mucho menos educación sexual y afectiva. Donde no se acepta la interrupción del embarazo ante una violación. Donde, como fue el caso de Beatriz, no se permite la interrupción del embarazo ante el riesgo de muerte de la madre.

Beatriz desafió al Estado solicitando la interrupción voluntaria del embarazo en uno de los países con las leyes más restrictivas del mundo en materia de aborto. Pero hizo mucho más que eso. Elevó su propia historia al relato de todo un país, colándose entre los salones, las calles de las comunidades y las entradas de los colegios y las iglesias. “En el proceso concluimos que Beatriz había cambiado la sociedad”, afirma Mariana Moisa. Casi 10 años después, la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto ha trasladado, con el apoyo internacional, el caso de Beatriz a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Desde allí, piden justicia para Beatriz. Piden, tal y como declaraba su madre en el podio de declarantes, “que lo que le pasó a Beatriz no le pase a ninguna otra mujer”.

Desde ACPP, continuando con el trabajo que desempeñamos con la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto casi desde su conformación, nos hemos sumado a dar eco a esta campaña internacional que exige justicia para Beatriz. Trasladando, como siempre hemos hecho, las historias de vulneración de derechos por nuestro territorio. Buscando que se conozca el impacto de la penalización absoluta del aborto y que se valore la importancia de los Derechos Sexuales y Reproductivos.  Porque es así como la organización colectiva transforma, tejiendo redes, la vulnerabilidad de una única mujer en relato. Y el relato en historia.

 

Podéis ver la campaña en Justicia para Beatriz



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