Elecciones en Túnez 2019: buscando un rumbo

Elecciones en Túnez 2019: buscando un rumbo

El pasado 15 de septiembre el pueblo tunecino se enfrentó a la primera vuelta electoral  para elegir al que será el próximo Presidente de la República. De los 24 candidatos y candidatas, un número enorme para un país de reciente configuración democrática, sólo dos de ellos, ambos independientes, han pasado a la segunda vuelta. De un lado Kaïs Saïd, quien obtuvo el mayor porcentaje de votos con un porcentaje aproximado del 19%. Se presenta como un antisistema con ideas conservadoras (en temas como la homosexualidad, la igualdad ante la herencia y la pena de muerte). Su popularidad procede de su aparente vida común; profesor universitario de derecho constitucional, de barrio popular y sin afiliaciones políticas conocidas, ha sido una figura presente en la democratización del país en estos últimos años. Ha participado activamente en la redacción de la nueva legislación y se ha mostrado siempre afín a un discurso de cambio. Conservador con argumentos que han convencido a una juventud desencantada con los grandes partidos protagonistas de la revolución.

Del otro lado, Nabil Karoui, un magnate de los medios, que ha basado parte de su campaña en el altruismo asistencialista, convirtiendo su política en populismo y recordando en ocasiones a un Berlusconi a la tunecina. Un candidato que actualmente se encuentra en prisión preventiva por malversación de fondos.

Los partidos que encabezaron el proceso de transición del antiguo régimen o que se han ido configurando a partir de él, fueron fuertemente castigados en estas elecciones, en las que, además, el porcentaje de participación fue muy bajo, de alrededor del 45%. También Ennahda, partido islamista, y su candidato Abdelfatah Mouru, que se perfilaba como uno de los posibles favoritos, ha quedado fuera de esta primera ronda. Es un voto marcado por el descontento social, el aumento del costo de la vida, la desatención de servicios ciudadanos, la caída del dinar, el rechazo a la clase política y la corrupción, y la cada vez más marcada brecha de la desigualdad social.

Sin embargo, es un proceso que se da de una forma limpia y legal, según observadores nacionales e internacionales, asegurando cada vez más el proceso de transición iniciado tras las primaveras árabes, y del cual solo Túnez ha sido capaz de configurarse como una incipiente democracia en crecimiento.

Es en este contexto, se ha desarrollado el primer debate electoral en el mundo árabe, televisado y seguido por un público que llega según las encuestas a superar el millón de espectadores.

Pero la cita con las urnas no acaba aquí, sólo ha sido el comienzo de un largo proceso de reconfiguración política, teniendo por delante las inminentes elecciones legislativas para el parlamento, el próximo 6 de octubre. Los resultados de esta primera vuelta han podido ser claves y promover una movilización de aquellas indecisas o descontentas con los resultados. Se configura un gran mosaico electoral, con independientes, partidos y coaliciones, de las que asusta una importante presencia conservadora y de carácter islámico en la Asamblea de Representantes del Pueblo. Si bien la constitución de gobierno apunta a ser muy fraccionada y compleja, una alineación en ideas conservadoras entre la Asamblea y el Presidente puede dar lugar a un retroceso en la lucha por los derechos fundamentales del pueblo tunecino, y en especial de las mujeres y los colectivos marginalizados. Es por ello que nuestras organizaciones socias están en campaña, haciendo el llamamiento a las urnas por el voto del proceso y no de retroceso, y con ellas, desde ACPP seguimos con atención su desarrollo.

A la espera de la segunda vuelta de las presidenciales, aún sin fecha definida, las expectativas son altas para este pequeño país que marca una diferencia en el mundo árabe.



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